OPINIÓN: “Cuando fue más de lo que esperábamos…”.

De izquierda a derecha: Monseñor Hency Martínez Vargas, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, Germán A. Garcés Mariño, Monseñor Hernán Giraldo Jaramillo, Giovanny Pinzón Báez. (Foto archivo personal. Soatá agosto de 2014).

 

"Más vale humillarse con los pobres que hacerse rico con los orgullosos"

 

Proverbios 16 – 19.

 

Por Germán Alfonso Garcés Mariño

Chicamocha News - 9 de julio de 2021

Con inmenso respeto y admiración, así como sin su autorización, pero apelando a la sensatez y la razón, igualmente a su grandeza, me atrevo a mencionar hoy a quien hace 34 años cambió la manera de vivir la Iglesia, la entrega hacia el ser humano y el concepto de humildad para las gentes del Chicamocha Medio.

Con formación en ingeniería civil, descubrió que más allá de la infraestructura física existe la infraestructura humana, quienes lo conocemos, sabemos que tiene una férrea interpretación del sentir por los demás y de ser capaz de hacer por otro, lo que ni siquiera se es capaz de hacer por uno mismo.

La experiencia de conocerlo me permite decir, pecando en la arrogancia, qué en lo que llevo de vida, esta me ha permitido conocer a un Hombre Santo, Sí, Santo, en el sentido estricto del tercer significado de santidad, según la Real Academia de la Lengua Española; 3. adj. Dicho de una persona: De especial virtud y ejemplo. Para creyentes y no, Hernán Giraldo Jaramillo cumple estrictamente con los adjetivos descritos.

El 7 de julio de 1984 fue designado Obispo de la Diócesis de Málaga-Soatá, Monseñor Hernán Giraldo Jaramillo; un manizaleño nacido el 21 de octubre de 1936, en el hogar de Luis Ángel Giraldo y Rosa Jaramillo, segundo de catorce hermanos; entre ellos tres hermanas religiosas y del Arzobispo Alberto, hermano mayor. Estudió ingeniería civil en la Universidad de Caldas (1954-1957); en mayo de 1957 ingresó al Seminario Mayor de Manizales. Ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1964 por Monseñor José Gabriel Calderón Contreras, en la Catedral Nuestra Señora del Carmen de Cartago (Valle del Cauca), pasó a ser párroco en Zaragoza (Valle del Cauca). Fue profesor en el Seminario Menor, posteriormente Rector de este. En el Seminario Mayor enseñó Introducción a las Sagradas Escrituras, Eclesiología, Cristología, donde también fue Rector. Entre 1978-1980 estudió Teología Dogmática en Roma, se orientó por Cristología; vivió en el colegio Pio Latinoamericano y la Universidad Gregoriana.

Fue ordenado para el episcopado por Monseñor José Gabriel Calderón Contreras y actuaron como consagrantes Monseñor Alberto Giraldo Jaramillo y Monseñor Darío Castrillón Hoyos, el 6 de agosto de 1984 en la Catedral de Cartago. Fue Obispo auxiliar de Pereira, 1984-1987, Obispo de la, entonces, recién creada, Diócesis de Málaga Soatá, 1987-2001, Obispo de la ciudad de Buga 2001-2012, Administrador Apostólico de la Diócesis de Magangué, 2012-2014, Obispo emérito de Buga.

A su llegada al Chicamocha Medio y tras nuestra característica idiosincrasia, esperábamos, con bombos y platillos, a uno de esos obispos idealizados, de solideo abombado, mitra propia de las narraciones del Éxodo, báculo inquisidor, y por qué no, el clásico y tradicional anillo, sobre el cual, tras venias y casi de rodilla se saludaba y veneraba a sus eminencias.

Cuál sería nuestra sorpresa al encontrar un hombre de sencillez extrema, con el transcurrir de los días logró la trascendencia que hoy su Santidad, el Papá Francisco I pregona, "ser un Pastor con olor a oveja", situación que hace 34 años ya conocíamos.

No tengo por qué, ni él lo requiere, caer en el elogio, pero los habitantes de la Diócesis de Málaga-Soatá, fuimos mal acostumbrados, cual feligreses consentidos, a ver un Obispo en todos lados, sí, en todos lados, porque somos testigos que para él no existió lugar oculto en Gibraltar, Cubará, en el Alto de Jaimes de San Andrés, en Sisota, Guaca, Vega de Infantes y Chicacuta en Molagavita, Hornillas en Capitanejo, la Leona en Carcasí - Chiscas, así como nunca fueron de su desconocimiento lugares como: Taucasí, Casiano, Llantenal, La Ramada, Llano Grande, Las Tapias, Bura, Bobacon o Tobachia… que seguramente en este momento muchos nos preguntamos ¿dónde quedan?

En su momento se convirtió en mano derecha y vocero de la comunidad U'wa, quién, por qué no decirlo, malinterpretó su bondad, nunca él así lo ha admitido.

Un ser humano de verdad, no se le escapan las necesidades de los demás y prioriza enormemente y de manera racional la satisfacción de estas, sus conocimientos en ingeniería civil lo llevaron a identificar en la vivienda el principal elemento a satisfacer en su diócesis, de múltiples maneras, muchos lograron su vivienda, gracias a las manos de Monseñor Hernán, por qué no, si él mismo acondicionó terrenos a pica, pala y porra, para cumplir los sueños de los demás.

Nunca sobresalió por su propio cargo, sino por sus acciones, en múltiples ocasiones vivió en carne propia la violencia descarnada de nuestra intolerancia y la violencia que consumía nuestra región en las últimas décadas del siglo pasado. Hay quienes narran con arrepentimiento, muchas humillaciones a que fue sometido en silencio por los actores violentos, esos que son capaces de sacar lo peor del ser humano.

Siempre se ha sobrepuesto a las adversidades, a sus debilidades de salud y ha interpuesto el servicio a los demás a su sueño de misionero, sabemos de su felicidad al servicio de los habitantes en Leticia; no sin sentir envidia.

Muchos nunca olvidaremos el campero blanco que quizás reflejaba el alma de quien lo conducía, y a ese que nos negamos a olvidar, quien dejó enseñanzas a quienes quisieron aprenderlas, ese hombre que este 7 de julio, hace 34 años llegó a Málaga y no era quien esperábamos.

Una alta divisa para sus sucesores, quienes todos, a su manera, han sido dignos representantes de su cargo.

Monseñor Hernán Giraldo Jaramillo, alguien que sabe hacer lo que debe hacer… "aprendí a hacer caso, sé hacer caso y soy feliz haciendo caso".

 

Siempre, mucho he repetido, hay que cambiar, "el hacer por hacer, por el saber hacer".

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